Por: Ezequiel Castillo savinovich
El cigarrillo, el gran amigo  de la cabecita roja, lo acompañaba siempre pese a que le provocaba esa tos a veces estentórea y la voz ronca con acento sevillano. Lo conocimos hace ya muchos años cuando con Néstor Roque, René Galdos, Cesar García, Cesar Farro, Rolando Vaccari  incursionábamos en la radio en un programa que llamamos en ese entonces Siglo XXI. El fue uno de nuestros primeros entrevistados. En ese momento nos dimos cuenta que era de esos hombres que por desgracia no abundan, que dejan todo para consagrarse no solamente a una confesión religiosa de golpes de pecho, sino a ser fiel representante  de las enseñanzas de Cristo, no primando en él como sacerdote la sotana, casulla, amito o roquete. Era más, un cura de pantalones camisa y casaca que no dudaba en ensuciarse los zapatos si con eso contribuía a aliviar el dolor ajeno. Fue además un emprendedor, con todas las virtudes de un gerente social, con relaciones internacionales que permitían poner la salud al alcance de los desposeídos. Ayer nos dejó. El  cigarro, el siempre a la larga amigo desleal, le pasó la factura. Su ausencia, sin aspavientos ni generosidades, es y será triste para todos aquellos que lo conocimos, que en algún momento de sus vidas recibieron muestras de su bondad o palabras de aliento y de los que ojalá hayan aprendido sus lecciones. La decisión de vivir fuera de la comodidad de España para venir a un país y ciudad en desarrollo también fue válido para morir en el. Hasta siempre José Gavilán Palma. Perdón, hasta siempre Padre Pepe.
El mundo actual necesita opiniones que puedan ser compartidas, comentadas y discutidas. La tecnología nos permite incluir las ideas, el criterio y el sentir de quienes tengan algo que decir. Este blog se une a los miles que navegan en el ciberespacio con el objetivo de contribuir a esa necesidad. Los artículos pueden ser enviados a adephuaura@gmail.com El autor del artículo o texto es responsable del contenido no siendo necesariamente opinión oficial de la ADEPH.
jueves, 13 de enero de 2011
miércoles, 5 de enero de 2011
RECUERDOS SOBRE KIRCHNER
Nota de redacción: Fue realmente una sorpresa cuando hace unos años me lo contaron. Habíamos compartido por esas casualidades del destino, en nuestros años de estudiante,la misma pensión con el que posteriormente sería presidente de la nación argentina y aunque discutido, uno de los principales líderes latinoamericanos de la última década. El artículo publicado es de Marco Cueva, médico, escritor y poeta radicado en Chimbote.(E.C.S)
Por: Marco Cueva Benavides (*)
Viví en la década del 70 en una ciudad como La Plata, que en esa época estaba llena de universitarios de todos los países de América Latina y de todas las provincias de la Argentina. Uno de esos estudiantes era Néstor Kirchner, a quien jamás imaginamos que podría después llegar a ser Presidente de Argentina y uno de los líderes más importantes de América.
Al llegar a La Plata, uno de los primeros lugares donde empecé a vivir era en una pensión de estudiantes de la calle 50 entre 7 y 8, en pleno centro de la ciudad. La ciudad fue trazada sobre un plano como un damero, sus calles están trazadas ordenadamente, cada 6 cuadras hay una avenida y una plaza, y la atraviesan varias diagonales que facilitan un tránsito rápido dentro del cuadrado de la ciudad. Todas sus calles son identificadas por números, y están llena de arboles.
Quienes mejor conocían a Néstor, eran los peruanos que vivían con él en la pensión de la Calle 1 entre 41 y 42. Uno de ellos, Donato Garay, quien ahora trabaja en EsSalud, nos recuerda detalles de los que vivían con él, “éramos 5 peruanos y 5 argentinos; cada uno de los peruanos teníamos nuestro cuarto, había 2 chimbotanos, el flaco Flores, un tal Roy, que estudiaban ingeniería y también Orestes Torres y Lito Castillo (médico huanuqueño, residente ahora en Huacho). Los argentinos vivían 3 en un cuarto y 2 en otro cuarto, entre estos Kirchner”. El era como muchos argentinos pelucón, pero además alto, flaco, medio desgarbado, le gustaba jugar damas, ajedrez y uno de sus vicios era el futbol. Había campeonatos entre los diversos equipos peruanos, pero también de las provincias de Argentina entre ellos, los santacruceños.
Lo que nos cuenta el Dr. Garay, modifica una anécdota que se relata en la biografía publicada por Daniel Osvaldo Gatti en su libro “Kirchner el amo del feudo”, que se puede leer por internet. Las cosas no fueron así, dice Donato, lo que pasó fue lo siguiente, “Los sábados íbamos a jugar futbol en la cancha del Colegio Nacional, que quedaba sobre la calle 1 y 50, frente al comedor universitario. Se formaban equipos entre estudiantes de varias nacionalidades y provincias. Siempre en el futbol se armaban algunas peleas, hubo un encontronazo con un peruano, Kirchner (cuya chapa era Lupín) se había ofuscado y andaba diciendo algunas palabras fuertes que no nos gustaron. Uno de nuestros compatriotas, moreno, bajito, creo que estudiaba periodismo, le hizo una llave y le dobló el brazo sobre la espalda al flaco alto y mancluenque que era Kirchner, en ese entonces, éste se molestó terriblemente y le gritó “suéltame negro hijo de p…”, el peruano lo soltó y allí terminó todo, no hubo más broncas”.
Kirchner llegaba siempre a uno de los lugares más emblemáticos donde íbamos también muchos estudiantes, varios de ellos peruanos. Era el Bar Restaurant Billar Rivadavia que quedaba cerca de mi pensión, en la esquina de 8 y 50. Tenía un televisor grande y cada vez que había partidos internacionales de futbol o peleas de box, concurríamos en grupos grandes a mirar estos eventos, ya que los estudiantes carecíamos de TV en nuestras viejas pensiones. Un día estuvimos viendo una pelea de box importante, era diciembre de 1970, Ringo Bonavena enfrentaba al gran Muhammad Alí en el Madison Square Garden de Buenos Aires. La caída de Bonavena, en el round 15 la celebramos los peruanos que estábamos en el bar, porque muchas veces siempre hacíamos barra por equipos contrarios a los argentinos, ya que éstos eran a veces muy sobrados y se creían los mejores del mundo. A los gritos de alegría que expresamos, hubo unos segundos de silencio y asombro; los argentinos que se encontraban allí nos tiraron platos y otras cosas sobre nuestras cabezas y salimos rajando para evitar mayores agresiones. No les faltó razón, estábamos en su país, en su ciudad, y por lo menos debíamos de haber guardado silencio frente a esta derrota.
Kirchner, estudiaba derecho en la facultad de Humanidades, donde también estudiaban otros peruanos, como Hugo Galarza, Jorge Carpio y Arturo Urmeneta (uno de los desaparecidos). El se incorporo a la Juventud Universitaria Peronista, se convenció que ese era el camino para una revolución en ciernes, allí empezó su carrera política. Aunque a su regreso y en su tercer gobierno Perón ya había cambiado su línea política, a su muerte, en 1974, el peronismo acentuó su división en un ala derecha y una revolucionaria, eso fue una de las causas de toda la negra historia que vivió el país con más de 30,000 muertos y desaparecidos. En 1976 abandonamos la Argentina y llegamos a Chimbote, ese mismo año Kirchner se regresó a Río Gallegos e inició una carrera profesional y política que no terminó hasta llegar a la presidencia de su país, de UNASUR, y protagonizar cambios importantes y polémicos que empiezan a ser reconocidos a partir de su intempestiva partida que nos ha motivado a escribir estas reflexiones.
Por: Marco Cueva Benavides (*)
Viví en la década del 70 en una ciudad como La Plata, que en esa época estaba llena de universitarios de todos los países de América Latina y de todas las provincias de la Argentina. Uno de esos estudiantes era Néstor Kirchner, a quien jamás imaginamos que podría después llegar a ser Presidente de Argentina y uno de los líderes más importantes de América.
Al llegar a La Plata, uno de los primeros lugares donde empecé a vivir era en una pensión de estudiantes de la calle 50 entre 7 y 8, en pleno centro de la ciudad. La ciudad fue trazada sobre un plano como un damero, sus calles están trazadas ordenadamente, cada 6 cuadras hay una avenida y una plaza, y la atraviesan varias diagonales que facilitan un tránsito rápido dentro del cuadrado de la ciudad. Todas sus calles son identificadas por números, y están llena de arboles.
Quienes mejor conocían a Néstor, eran los peruanos que vivían con él en la pensión de la Calle 1 entre 41 y 42. Uno de ellos, Donato Garay, quien ahora trabaja en EsSalud, nos recuerda detalles de los que vivían con él, “éramos 5 peruanos y 5 argentinos; cada uno de los peruanos teníamos nuestro cuarto, había 2 chimbotanos, el flaco Flores, un tal Roy, que estudiaban ingeniería y también Orestes Torres y Lito Castillo (médico huanuqueño, residente ahora en Huacho). Los argentinos vivían 3 en un cuarto y 2 en otro cuarto, entre estos Kirchner”. El era como muchos argentinos pelucón, pero además alto, flaco, medio desgarbado, le gustaba jugar damas, ajedrez y uno de sus vicios era el futbol. Había campeonatos entre los diversos equipos peruanos, pero también de las provincias de Argentina entre ellos, los santacruceños.
Lo que nos cuenta el Dr. Garay, modifica una anécdota que se relata en la biografía publicada por Daniel Osvaldo Gatti en su libro “Kirchner el amo del feudo”, que se puede leer por internet. Las cosas no fueron así, dice Donato, lo que pasó fue lo siguiente, “Los sábados íbamos a jugar futbol en la cancha del Colegio Nacional, que quedaba sobre la calle 1 y 50, frente al comedor universitario. Se formaban equipos entre estudiantes de varias nacionalidades y provincias. Siempre en el futbol se armaban algunas peleas, hubo un encontronazo con un peruano, Kirchner (cuya chapa era Lupín) se había ofuscado y andaba diciendo algunas palabras fuertes que no nos gustaron. Uno de nuestros compatriotas, moreno, bajito, creo que estudiaba periodismo, le hizo una llave y le dobló el brazo sobre la espalda al flaco alto y mancluenque que era Kirchner, en ese entonces, éste se molestó terriblemente y le gritó “suéltame negro hijo de p…”, el peruano lo soltó y allí terminó todo, no hubo más broncas”.
Kirchner llegaba siempre a uno de los lugares más emblemáticos donde íbamos también muchos estudiantes, varios de ellos peruanos. Era el Bar Restaurant Billar Rivadavia que quedaba cerca de mi pensión, en la esquina de 8 y 50. Tenía un televisor grande y cada vez que había partidos internacionales de futbol o peleas de box, concurríamos en grupos grandes a mirar estos eventos, ya que los estudiantes carecíamos de TV en nuestras viejas pensiones. Un día estuvimos viendo una pelea de box importante, era diciembre de 1970, Ringo Bonavena enfrentaba al gran Muhammad Alí en el Madison Square Garden de Buenos Aires. La caída de Bonavena, en el round 15 la celebramos los peruanos que estábamos en el bar, porque muchas veces siempre hacíamos barra por equipos contrarios a los argentinos, ya que éstos eran a veces muy sobrados y se creían los mejores del mundo. A los gritos de alegría que expresamos, hubo unos segundos de silencio y asombro; los argentinos que se encontraban allí nos tiraron platos y otras cosas sobre nuestras cabezas y salimos rajando para evitar mayores agresiones. No les faltó razón, estábamos en su país, en su ciudad, y por lo menos debíamos de haber guardado silencio frente a esta derrota.
Kirchner, estudiaba derecho en la facultad de Humanidades, donde también estudiaban otros peruanos, como Hugo Galarza, Jorge Carpio y Arturo Urmeneta (uno de los desaparecidos). El se incorporo a la Juventud Universitaria Peronista, se convenció que ese era el camino para una revolución en ciernes, allí empezó su carrera política. Aunque a su regreso y en su tercer gobierno Perón ya había cambiado su línea política, a su muerte, en 1974, el peronismo acentuó su división en un ala derecha y una revolucionaria, eso fue una de las causas de toda la negra historia que vivió el país con más de 30,000 muertos y desaparecidos. En 1976 abandonamos la Argentina y llegamos a Chimbote, ese mismo año Kirchner se regresó a Río Gallegos e inició una carrera profesional y política que no terminó hasta llegar a la presidencia de su país, de UNASUR, y protagonizar cambios importantes y polémicos que empiezan a ser reconocidos a partir de su intempestiva partida que nos ha motivado a escribir estas reflexiones.
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